UNA EXPRESIÓN LÉSBICA
EN EL MOVIMIENTO PROLETARIO
1985

SEMINARIO MARXISTA-LENINISTA FEMINISTA DE LESBIANAS
(SMLFL)

SMLFL

SEMINARIO MARXISTA-LENINISTA FEMINISTA DE LESBIANAS

El presente documento Una experiencia lésbica en el movimiento proletario se ofrece en tres presentaciones:
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UNA EXPRESIÓN LÉSBICA
EN EL MOVIMIENTO PROLETARIO
1985

SEMINARIO MARXISTA-LENINISTA FEMINISTA DE LESBIANAS (SMLFL)

El Seminario Marxista-Leninista Feminista de Lesbianas (SMLFL) constituyó la consolidación en 1984 de la incipiente iniciativa Lesbianas Comunistas que empezó a formarse en 1983. Esta última, a su vez, fue continuación de la tendencia política Lesbianas Socialistas iniciada en 1979 dentro de la organización Oikabeth de Lesbianas Feministas Socialistas (1978) con el propósito de oponerse a las mujeres gays de derecha que se infiltraron en dicha organización.

El SMLFL enarboló al marxismo como su orientación política ante la proliferación de las múltiples agrupaciones gays derechistas que surgieron en los 80s a partir de la desaparición de las organizaciones homosexuales socialistas de la década 1970: el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) de 1978 a 1981 y de Lambda socialista de 1978 a 1982, así como del Oikabeth I socialista de 1978 a 1982.

El fin de la época sexopolítica socialista en México terminó en 1982 marcada por la desaparición del movimiento homosexual (MLH) de izquierda y la aparición del mercado gay (MG) de derecha. Paralelos a la desaparición del movimiento feminista de izquierda y la aparición del mercado generista (MG) de derecha.

El SMLFL se declaró explícitamente “marxista-leninista” a fin de deslindarse de las agrupaciones de derecha de hombres y mujeres gays que surgieron después de la desaparición del FHAR y de OIKABETH I. Agrupaciones señaladas en la famosa declaración del FHAR “Eutanasia al movimiento lilo ¡pero ya¡” de 1984 en la que se menciona el desarrollo de dicha derecha gay y declara “la muerte del MLH”.

Esta presentación se refiere a una de las actividades del SMLFL, en 1985, cuando fue el iniciador del proceso de formación del primer sindicato mexicano con una orientación feminista, el Sindicato de Costureras 19 de Septiembre. Del cual, paradójicamente, el SMLFL fue dejado fuera y marginado supuestamente para evitar que las autoridades laborales negaran el registro al sindicato por contar con la presencia de un grupo de “desviadas sexuales”.


LESBIANISMO
FEMINISTA SOCIALISTA

PARTICIPACION DE LAS LESBIANAS
EN LA LUCHA OBRERA DE MÉXICO


SMLFL:
Luisa, Mónica, Marta, Alejandra,
Beatriz, Angélica, Alma y Yan


UNA EXPRESION LÉSBICA EN EL MOVIMIENTO PROLETARIO
1985

Adaptación del ensayo:

"Una expresión lésbica en el movimiento proletario” De Yan María YaoyólotI Castro y Alma Margarita Oceguera

SEMINARIO MARXISTA-LENINISTA FEMINISTA DE LESBIANAS


SINDICATO DE COSTURERAS "19 DE SEPTIEMBRE” MÉXICO 1985


28 de septiembre de 1985

Nueve días después del terremoto que sacudió a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985, Tlalpan, San Antonio Abad, una de las avenidas más transitadas de la capital bloqueada por el derrumbe de varias fábricas de la industria de la confección. Frente al monumento de escombros, varios grupos de obreras esperando respuesta a sus peticiones.


Nuestro primer contacto fue difícil, no había confianza porque no nos conocían. Nos presentamos como trabajadoras de otras empresas.

Ofrecimos y llevamos agua y comida, ello abrió la posibilidad de comunicarnos. Poco se hablaban entre sí, no se conocían a pesar de haber trabajado juntas por años, los patrones siempre evitaron que se comunicaran entre ellas pues temían que se organizaran.

Llevaban nueve días al rayo del sol esperando a que el patrón, o "Dios", las escucharan.


Varios dueños ya habían saqueado las fábricas y huido. Los demás, continuaban sacando maquinaria y materia prima con la ayuda del ejército y de las autoridades del gobierno. Mientras, ellas pedían solamente el pago de la semana laboral trabajada antes del terremoto; eso pedían, tan solo eso.

Aquéllos se negaban siquiera a dirigirles la palabra.


Hablamos con las obreras de la importancia de evitar que los patrones sacaran la maquinaria ya que era la única garantía para el pago de su última semana trabajada.

Llamamos entonces a levantar guardias de vigilancia, las trabajadoras de Dimensión Welds S.A. fábrica que se distinguiría por su combatividad fue la primera que respondió a la iniciativa


Juntas levantamos la primera tienda de campaña con plásticos y palos, cabían ocho personas, esa noche nos quedamos a velar aproximadamente cuarenta y cinco. Permanecimos pegadas unas o otras para quitamos el frio, además del frio de la impotencia de no poder rescatar a las costureras que aún se encontraban vivas bajo los escombros debido al bloqueo del ejército.

Era escalofriante escuchar algún lamento. Sin embargo, los patrones continuaban rescatando sus cajas fuertes enterradas.


La siguiente mañana, el patrón de Dimensión Welds, Elías Serur, perforó con grandes grúas los pisos caídos para sacar y llevarse sus cajas fuertes y varias toneladas de maquinaria. Las costureras sentían que con ellas también se irían las posibilidades de cobrar la indemnización de las muertas y de su semana trabajada. No sabían qué hacer, nunca se habían organizado, ni luchado colectivamente. Pero en la desesperación de ver que la maquinaria rescatada era colocada en un trailer para ser llevada ¡decidimos bloquear la avenida para evitar la salida del mismo!

El patrón y sus abogados nos gritaban "vándalas, ladronas, chusma alebrestada, costureras flojas". Los militares nos trataron de intimidar apuntándonos con sus metralletas.


Nos percatamos de que el trailer podía romper con la ayuda del ejército la valla de piedras que habíamos colocado. Buscamos ayuda, otras organizaciones políticas, abogados, la prensa, en ese momento no había nadie.

Nuestro pequeño grupo de lesbianas sentía una enorme responsabilidad por las obreras ya que era un sector propiamente sin experiencia en la lucha, podía haber heridas, detenidas o muertas, pero había que tomar decisiones. Ellas, nosotras y un compañero de una organización de izquierda que apareció en ese momento, decidimos dar la lucha, constituimos una valla humana para frenar el trailer.


Los costureras por vez primera dejaban lo escoba, el sartén y las maquinas de costura por piedras y una varilla para intentar ponchar las llantas del trailer; dejaban de ser amas de casa y obreras para convertirse en enérgicas combatientes.

Afirmaban que el camión podía pasar por encima de ellas, pero que después de perder su semana trabajada y de tanta explotación y vejaciones elegían morir luchando dignamente.


Finalmente, la llegada de algunos vecinos, de otras organizaciones políticas como: el Movimiento Revolucionario del Pueblo, Colectivo Revolución Integral, Coordinadora Obrera del Sur, la Facultad de Ciencias de la UNAM, estudiantes del CCH y la prensa, ayudó a evitar que el trailer rompiera la valla humana. Nuestra fuerza lo obligó a pararse.

Su Intento de fuga por la calle trasera fue bloqueado por una movilización todavía más fuerte. Fue una verdadera manifestación espontánea de poder popular.


Elías Serur y los demás patrones no podían continuar desprestigiándose más; se sabía que si las fábricas habían caído, era por violación a las normas de construcción oficialmente establecidas debido a la corrupción por soborno por parte de éstos a las autoridades del gobierno.

Asimismo, era del conocimiento público que ponían todo su empeño en rescatar sus cajas fuertes antes que a las costureras aún vivas bajo los escombros por lo que se les acusaba de genocidio.


Para custodiar la maquinaria y evitar que se llevaran la materia prima, establecimos la primera vigilancia permanente. Esa noche, en medio de una situación caótica, falta de agua y comida, la policía infiltrada entre la gente del campamento; el bloqueo del ejército para evitar el rescate de las que aún quedaban con vida entre los escombros (con el fin de no pagar indemnizaciones) etc., se iniciaron los primeros rondines cada veinte minutos durante la noche alrededor de las fábricas.

El frió era tan intenso que nos vimos obligadas a dormir durante más de un mes dentro de las cajas de muerto asignadas para guardar los cadáveres qué iban apareciendo y utilizándolas como mesas para comer.


Todavía exaltadas por el logro de haber impedido la salida del trailer y la edificación del campamento, en un momento de calma, nos presentamos. Nos preguntaron que si veníamos de una escuela o alguna iglesia, que si éramos religiosas.

Respondimos que éramos un grupo feminista comunista de lesbianas (se hizo un minuto de gran silencio).

Les explicamos que también nosotras éramos un sector social oprimido, por lo cual nos organizábamos como ahora ellas; antes, el patrón hacia lo que quería con cada una de las obreras pero ahora se topaba con la fuerza de su organización, lo mismo sucedía con nosotras.


Después de habernos enfrentado al mismo enemigo, el Estado burgués (o sea, al gobierno y los patrones), la satanizada palabra "lesbiana" perdió todo el carácter negativo de "enfermedad", "degeneración” o "anormalidad", convirtiéndose en la fraternal palabra de "compañera lesbiana" o las "compañeras lesbianas comunistas", como nos llamaban en el campamento.


El campamento fue creciendo. Se sumaron otras fábricas, ayudamos a que las obreras de otras industrias también instalaran sus campamentos, se creó un organismo llamado Unión de Costureras en Lucha y se estableció contacto con las fábricas incorporadas a la organización de Costureras del Centro.


Constantemente se hacían movilizaciones para impedir que los patrones saquearan las empresas.

Se realizaron marchas, mítines, plantones, volanteos y pintas. En tres semanas afloró en las costureras una decidida capacidad de lucha, inhibida por varios siglos de explotación despiadada.

En esta nueva etapa, las obreras ya no luchaban por el pago de la última semana trabajada; el avance de la lucha las colocaba en una situación de mayor poder de negociación. Ahora pedían la indemnización: tres meses de sueldo integro, 12 días de salario por cada año laborado, etcétera.


A pesar de la tensión que existía, algunas noches, al calor de la fogata, hablamos profundamente sobre cada una de nosotras mismas.

Sobre nuestros problemas político- personales: la doble jornada de trabajo, la de la fábrica y la del hogar; sobre nuestra vida afectiva; sobre nuestro mundo imaginario; la violencia domestica y otros temas.

A lo largo de tres meses de convivencia cotidiana en el campamento, se profundizó la amistad entre nosotras y las compañeras costureras.


El fortalecimiento de la lucha, colocó a las obreras todavía en un nivel más alto de exigencia, la indemnización ya no era lo más importante, sino la constitución del instrumento de lucha de los trabajadores: el sindicato.

El campamento muy pronto dio a luz: el 22 de octubre se constituyó el Sindicato Nacional de las Costureras "19 de Septiembre", en conmemoración de las mártires del terremoto y del surgimiento del movimiento en el campo de la industria de la confección.


Un Sindicato democrático: no controlado por los patrones ni el gobierno o por los sindicatos pro- gubernamentales corruptos; el estar dirigido por mujeres básicamente y el contar, por primera vez, con la presencia de organizaciones feministas en la dirección.


Hicimos una fiesta en la avenida, bailamos toda la noche a la luz de la luna frente a los fantasmales edificios derrumbados. La cumbia y la salsa se amenizaron más con el ir y venir del metro en la acera de enfrente. La alegría nos desbordaba; nuestras compañeras eran ahora algo más que obreras: eran sujetos de la historia.


El agotador y excesivo trabajo para mantener el campamento y el trabajo de base para lograr mantener la organización de las costureras, más nuestros compromisos con otras luchas, dificultó desde un principio nuestra incorporación a la dirección política del movimiento en la cual no estamos actualmente integradas.

Sin embargo, desde entonces continuamos círculos de formación con las compañeras de Dimensión Welds sobre temas tales como: la colectivización del cuidado de los hijos, sobre sexualidad: aborto, orgasmo, masturbación, lesbianismo, homosexualidad, etcétera.


Frente a la aceptación, respeto, cariño y confianza que nos brindan las costureras y las demás organizaciones políticas con las que colaboramos, resulta inadmisible que haya sido una organización de mujeres socialistas, que actualmente se dice "feminista" (El Colectivo Revolución Integral), la única que ha manifestado un profundo rechazo hacia nuestra participación como grupo de lesbianas, de manera indirecta y discreta, llegando incluso a sugerir que debido a "nuestra presencia" las autoridades laborales podrían impedir el registro del sindicato, por lo cual esta se ha visto mermada.

La larga experiencia sindical de dicha organización la colocó a la cabeza del movimiento junto con otras organizaciones y ahora, nos toca a las costureras y a nuestro pequeño grupo de lesbianas luchar contra las expresiones sexistas de sus posiciones políticas.


Aún en la actualidad existen sectores de la izquierda que mantienen todavía concepciones fuertemente patriarcales como por ejemplo, la de sostener que "lo sexual nada tiene que ver con lo político”; que el sexo pertenece al ámbito de los “problemas personales”, a la esfera de lo privado y lo íntimo, en síntesis, a lo doméstico; como sostiene dicho grupo lesbofóbico, a pesar de que sus dirigentes son homosexuales.


Pero es el feminismo, precisamente, el que ha demostrado que "lo personal es político” -siendo ésta una de sus más grandes aportaciones a la teoría revolucionaria internacional- probando que lo privado, lo íntimo, lo cotidiano y lo doméstico son también espacios y entidades políticas y que no se puede plantear la idea de una revolución completa, integral, sino se revoluciona también la vida privada y cotidiana.


En nuestro caso, la cuestión lesbiana es aceptada únicamente por aquellas fabricas de trabajadoras con las que hemos realizado un trabajo sindical directo. Pero si a la propia izquierda le es difícil entender el discurso sexo-político, mucho más a las costureras con las que ni siquiera ha habido tiempo para poner en marcha talleres de política sexual, si ellas se "espantaban" con la palabra "lesbiana", también se espantaban con la palabra "comunista".


Les explicamos que el lesbianismo es una de las expresiones más decididas de la rebelión de las mujeres contra el papel que se nos ha impuesto históricamente y que el comunismo es un nuevo sistema social donde somos los propios trabajadores y trabajadoras quienes tenemos las riendas de nuestros gobiernos y dirigimos la producción en beneficio de nosotros mismos.

Nuestras compañeras costureras quizá no entendían el análisis crítico sobre el significado político del lesbianismo, pero lo que sí han podido constatar es que las lesbianas "le entramos parejo" en la lucha contra las autoridades del gobierno y los patrones y que no somos "anormales" sino simplemente trabajadoras explotadas como ellas.


Para nosotras, nuestra experiencia con las obreras de la confección ha sido extraordinaria.

Hemos visto que algunas trabajadoras están en condiciones de comprender la lucha lésbica y de aspirar a una revolución sexual junto con la revolución socialista.

Cuestionamos el argumento de muchas organizaciones sobre que las y los trabajadores "se aterrorizan" con la presencia de grupos de lesbianas y homosexuales dentro del movimiento obrero, o el pensar que está fuera de contexto plantear reivindicaciones de tipo sexual en una lucha político-sindical como siempre ha sostenido la organización lesbofóbica antes mencionada.


Para nosotras, el proyecto revolucionario del proletariado latinoamericano y del Tercer Mundo -que incluye a las costureras- debe contemplar todos y cada uno de los aspectos que constituyen a los seres humanos.

El cambio no sólo es económico y político sino también corporal, mental, afectivo, psíquico, espiritual, etcétera, pero sobre todo sexual, ya que atrás de la sexualidad se esconden profundas relaciones de explotación y opresión humanas.