70s

Dentro de este marco histórico, en la década 1960 empezaron a surgir las primeras expresiones feministas (después del movimiento sufragista de la segunda mitad del siglo XIX y principio del XX), que al iniciar la década 1970 irrumpieron como un poderoso movimiento de mujeres en Estados Unidos, Europa Occidental y las metrópolis de algunos países colonizados.

En dicho periodo histórico, por un lado, había una sociedad civil que buscaba y creía en la posibilidad de crear un mundo nuevo y mejor y, por otro, la mitad del planeta se encontraba orientada al socialismo, a los diferentes tipos de socialismos: desde el eurocomunismo y la socialdemocracia del estado de bienestar, a los africanos, asiáticos y latinoamericanos que buscaban crear sus propias versiones locales de socialismos o comunismos, hasta los radicales y extremistas que se enfocaban en las luchas armadas contra los gobiernos capitalistas y sus instituciones.

En este contexto internacional, la década de los 70 se coronó con el surgimiento del poderoso movimiento feminista “setentero”, que empezó sacudiéndose de sus espaldas siete mil años de dominación de los hombres sobre ellas saliendo a tomar las calles y enfrentándose a las instituciones patriarcales, abandonando la invisibilidad histórica milenaria y posicionándose como sujetas históricas. Y como parte de este movimiento, surgió el movimiento de lesbianas-feministas, inicialmente como la posición más radical de la lucha de las mujeres, antes de gayficarse.

Esto explica por qué el movimiento de lesbianas feministas en México durante la década de los 70 tuvo una fuerte orientación hacia el socialismo, y también al anarquismo, en contra del capitalismo, el imperialismo y el racismo, coincidiendo con el movimiento feminista internacional y la tendencia mundial (inclusive el propio movimiento homosexual se definió como socialista durante dicha década, realidad ocultada o minimizada por la historiografía gay).

El surgimiento del neopatriarcado

Contra esas grandes tendencias de empoderamiento de los poderosos movimientos sociales, el neoliberalismo diseñó lo que se llama el pensamiento o cultura posmoderna cuya característica sería desarrollar tendencias individualistas contra las tendencias colectivistas; personalistas contra las sociales; egocentradas contra las masas; el subjetivismo contra el objetivismo; el beneficio individual contra el gregario; los pequeños relatos contra los grandes relatos; el localismo contra el mundialismo; lo efímero contra las esencias; lo diverso contra lo universo; la fantasía contra lo real y el género contra el sexo, entre otros, expresados en la autoenunciación, la autodefinición y la autopercepción sustentados en el manejo del lenguaje y el discurso como creadores de realidad e instrumentos de dominación.

Por ello, es que a partir de los 80 se eliminarían dichas tendencias ideológico-políticas de los 70 o se les daría un giro totalmente opuesto. Esto quedaría expresado con mucha claridad por el llamado, virus rubinista (el pensamiento de la gay sadomasoquista Gayle Rubin infiltrado en la producción teórica feminista estadounidense). Por esta razón, todos los esfuerzos orientados hacia crear un mundo mejor se vinieron abajo y retrocedieron todos los movimientos sociales, particularmente el feminista al transformarse en generista (perspectiva de género).

Este conflicto se expresó en las famosas “guerras feministas del sexo” (feminist sex wars, mal llamadas por algunas: lesbian sex wars) en Estados Unidos que se desarrollaron durante los 80, donde el modelo neoliberal a través del “feminismo posmo” derrotó al feminismo expresado en los potentes feminismos radical (FR) y feminismo socialista (FS).

En México, las cuatro primeras organizaciones de lesbianas-feministas de la década de los 70 expresan estas tendencias internacionales: Ákratas (1976) de corte feminista radical anarquista separatista; Lésbos (1977) feminista liberal; Oikabeth I (1978) feminista socialista y Lesbianas Feministas (1979) feminista socialista radical.

Las dos últimas Oikabeth I y Lesbianas Socialistas, enfrentarían, en México en esa misma década, una feminist sex war por parte de las gays infiltradas en el lesbianismo feminista quienes, reforzadas por la ideología posmoderna dominante, tratarían de apropiarse del movimiento lésbico contra las verdaderas lesbianas-feministas denostándolas como caducas, atrasadas, mojigatas, reprimidas y represivas y antisexo, calificativos similares a los usados en EU por las “pro-sexo” lideradas por las queer Gayle Rubin y Pat Califia, actualmente hombres, contra las feministas estadounidenses.